También se gana perdiendo...


Estoy tan acostumbrada al fracaso en el amor que a veces siento que lo espero, me acostumbro tan rápido a las cosas que me gustan que le tomo confianza fácilmente, pero luego siempre viene lo mismo, cambios, y no cambios especiales sino cambios que se vuelven rutina y dejan atrás todo lo bonito por lo cual se llegó a este punto, es allí donde nuevamente siento que espero más de lo mismo, más de lo que no creo merecer, más de lo que quiero evitar y de lo que estoy cansada, me invade allí la incertidumbre, el miedo, la cólera e impotencia de tener la puerta abierta a encontrarme nuevamente con algo más de eso que me marcó cambios en el camino, porque sí necesitamos marcas para lograr cambios, y créanme las marcas más fuertes, llenas de sentimientos y emociones son las que más lejos nos impulsan, más fuertes nos hacen, las que más nos enseñan, por ello me renuevo o reinvento siempre que esto o en cualquier aspecto llego a límites; sin embargo, ya no quiero, quiero impulsos, quiero marcas, pero más positivas y llenas de razón que de emoción, menos empatía, quiero que los colores no bajen su tono o lo suban de una forma tan repentina o drástica en mi vida, aunque la vida no es lo que queremos he aprendido que tampoco es lo que merecemos.

No entenderán siempre lo que expreso, podrán darle significado a mis gestos, acciones o expresiones faciales pero difícilmente se logra encontrar la certeza de ello, por algún motivo suelo dar a pensar en razones equivocadas a lo que en realidad quiero siendo ese uno de mis mayores defectos, mis emociones están en revuelo, aunque no hay razón -aparente- alguna, siento que me vuelvo de cabeza y empiezo a ver cada una de las cosas positivas y negativas, pensando más en la segunda, dejándome en neutro, en un estado mental impotente pero en blanco, desesperante emoción, es como si esperara nuevamente algo malo o no tan bueno, algo que me marque un rasgado en el alma haciéndome sentir más humana, mi mente no logra centrar nada, no encuentro calma y es molesto tener la necesidad de escapar un largo rato y tener tanto por hacer; estrés, necesito que me importe menos el amor, el trabajo y las emociones o reacciones de otro en ambos casos, necesito más de para mi de lo que me llena estando sola, porque no puedo ni debo contar con nadie en momentos buenos ni malos.

Tu, has estado allí desde el inicio, al principio con palabras que me hicieran sentir en cantidad acertada lo que ya sé pero que nunca nadie más que mis padres me han dicho, entre otras cuantas cosas que pudiera mencionar, pero ahí voy de nuevo al inicio, al sentirme tan bien con ello que lo espero nuevamente cayendo en el mayor error, sin comprender que al inicio es distinto, cuando estamos entre tanta inseguridad queremos darle la total seguridad al otro de lo que nosotros llevamos dentro, demostrar al máximo cosa que aún sin medirlo demostramos a través de gestos, de forma inconsciente la mayoría de las veces, y cuando somos totalmente razonables de ello escogemos el momento para hacerlo, porque nos gana la costumbre, porque ya no hay interrogantes ni el mismo deseo de saber más, conocer más, querer más, ya conocemos o tenemos la paciencia de no indagar tan a prisa, sin embargo nos gana, la costumbre gana. 

No quiero esperar más fracasos, no quiero estar a la defensiva u ofensiva que en algún momento pasará, quiero menos empatía, menos emoción de esa que se lleva en el corazón, repetirme y creerme más eso de recibir para dar; quiero amar, sin miedo a perder, porque aún cuando se pierde, también se gana.

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